Búsqueda. ( Domingo, 28 de marzo de 2004, 04:16 p.m.)
¿Quién
eres?
He
renunciado al dolor que tu causas.
Desde
que me propuse escribir nuestros diálogos te escondiste,
tal
vez no te dejo hablar.
Pienso
que debo seguir pensando.
Pues
mi pensamiento es mi espíritu.
Y
cuando callo,
te
veo venir,
ahora,
como un regalo de paz,...
antes,
como una serpiente voraz,
zigzagueando
con fuerza,
decidida
a tocarme,
a
asfixiarme...
Y
ahora,
escucho
los pájaros que antes no escuchaba,
¡Cómo
huí de ti!
¡Mi
vida era huir de ti!
Pero
huyendo de ti
me
sentía solo,
un
vacío rodeaba todo,
era
como si hubiera abierto los ojos,
y
hubiera visto que mi vida se dirigía al vacío.
Y
sentí ese vacío en mi exterior y dentro de mí.
Ese
vacío no era extraño para mí.
Lo
reconocía.
Vi
mi juicio, o mejor dicho,
me
vi en el final de mis deseos.
Volé
hacia arriba,
y
pasé, con la velocidad de la soberbia,
sobre
todas las cosas que ya conocía.
No
quise detenerme.
No
sabía que lo que buscaba sin saber
era
mi propio juicio.
Anhelé
saber el final de ese camino,
de
esa grieta que mi vuelo abría
sin
querer ser tentado por las cosas de Dios,
por
temor a que fueran de la serpiente.
Y
conocí a la serpiente, luego me hice serpiente.
Vi
el mundo como serpiente
y
me gustó ser serpiente,
y
creía ser de Dios.
Viví
engañado por la serpiente,
luego
viví engañado por mí mismo.
Ahora
no me engaño.
Javier Macias Mercado
No hay comentarios:
Publicar un comentario